mas que libertad creativa, es el presupuesto asignado a cada juego. Las compañías japonesas ya no son el gigante que fueron en lo 80-90, las ventas y ganancias de muchas de estas han disminuido a través de los años, por lo que su capital se ve reducido, forzándolas a descontinuar sagas que no generan ningún ingreso.
aunque es muy curioso, como un creador dentro de alguna compañía no es reconocido por los videojugadores, pero cuando termina desligado y montando la propia, termina siendo un exitazo en los crowdfunding.